martes, 29 de enero de 2013

SOMOS RUIDO, Y PARADOJICAMENTE NADIE NOS ESCUCHA


Os traigo este artículo de gran interés. Resume PERFECTAMENTE  como este país, nuestro país, y sobre todo el sur, donde vivimos, es la cuna del ruido. Argumentando frases como "el clima de nuestra ciudad es propicio para vivir y disfrutar en la calle" o la tan repetida y manida " la hostelería es lo único que funciona en este país ¿le vas a quitar su pan?", estamos protegiendo un delito medioambiental tipificado en las leyes europeas, nacionales y autonómicas porque lesionan gravemente derechos constitucionales.  

El ruido está ampliamente regulado, hay normativa estatal, regional y local. Se hacen eco de un mandato constitucional, el de proteger la salud (artículo 43) y el medio ambiente (artículo 45) y se trata de poner coto a prácticas que puedan dañarlo, porque el ruido puede producir nocivos efectos físicos, como la sordera, pero también afectar, sencillamente, al bienestar. Los datos de la OCDE sitúan en 65 decibelios como promedio diario el umbral que no ha de traspasarse para no dañar el sistema auditivo. Y la OMS en 1999 rebajó a 55 el tope a partir del cual se puede hablar de molestias serias para el bienestar. Cuando se hacen estos cálculos, cuenta Pedro Cobo, investigador del Centro de Acústica Aplicada del CSIC, se suele penalizar con cinco puntos más el periodo de tarde y con 10 el de la noche para calcular un promedio más justo. En el interior de las viviendas no pueden emitirse más de 35 decibelios nocturnos.

 “No es lo mismo un ruido molesto, pero del que se tiene constancia de que terminará, como unas obras en la calle, que pueden causar irritabilidad, insomnio e incluso angustia, que un ruido que parece que no se resolverá nunca”, empieza. “Y tampoco se lo toma igual una persona que otra, porque algunas pueden dormir con una bomba al lado y otros se despiertan con un ruido mucho menor. Para estos últimos, la angustia de saber que esa fuente de ruido no va a cesar les ocasiona angustia, ansiedad, pero también indefensión cara al futuro, ya lo han probado todo, tapones, dormir con la radio, y nada les soluciona. Entran en una angustia auténtica, se preguntan qué hacer con su vida, y a veces acaban cambiando de piso”

 Es una cuestión de educación y cultura. Todas son diferentes, pero hay umbrales de sentido común que permitirían abrir las ventanas en verano.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/08/10/actualidad/1344626607_498966.html

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